viernes, 26 de agosto de 2011

Qué hay detras de la etiqueta de Déficit de Atención

Etiquetar a un niño con la palabra Déficit de Atención (DA), pude resultar algo reduccionista, sobre todo cuando se trata de explicar qué es la atención y que significa tener un déficit en esta área. 
Cuando hablamos de un déficit de azúcar o un déficit de crecimiento, quizás es más fácil entenderlos y ubicarlos.  Claro está que para algunos de nosotros un déficit de azúcar puede ser una “baja de chocolate” en la sangre. 
Hablar de un DA puede ser algo confuso, no solo para los padres, sino también para los docentes y otras personas vinculadas al trato diario con un niño o un adulto categorizado o clasificado como “deficitario de atención”. 
Ahora… pensemos por un momento… se puede ser despistado, soñador, desordenado, impulsivo, distraído, lento, perdido, talentoso, creativo y tener un déficit de atención.  Es decir, todos estos calificativos pueden en algún momento dado describir a una persona con un DA. 
Existen pruebas estandarizadas, evaluaciones psicológicas, neurológicas, observaciones en aula y un sin fin de alternativas para determinar si un alumno merece esa etiqueta, sin embargo, me gustaría aclarar algunas nociones que se esconden detrás de la misma.
Tener un DA puede implicar presentar fallas para manejar la atención dividida, esto quiere decir que no podemos prestar atención a dos cosas al mismo tiempo.  En consecuencia, necesitamos hacer una sola a la vez, como por ejemplo las tareas o nuestro trabajo.  Para ello se deben evitar distracciones como la televisión o el blackberry (¿fácil verdad?) cuando se está ejecutando una actividad que requiere de nuestra atención. 
Otra parte del DA se relaciona con la flexibilidad de pensamiento.  Al ser rígidos o tercos en el uso de estrategias de aprendizaje, forma de trabajo o simplemente para aceptar sugerencias, es muy probable que nuestra atención sea lábil y dependa de cuánto la tarea se asemeja a lo que sabemos, conocemos y podemos hacer de una sola manera.
 La distractibilidad es otro componente de la atención.  Esta se puede muchas veces medir por el grado en cómo estímulos insignificantes de nuestro entorno, nos llevan a interrumpir la actividad que estamos realizando.  Un cambio de aroma, un sonido lejano de una ambulancia o un simplemente una  variación de temperatura en el área de trabajo, son estímulos capaces de distraer a los niños cuyo déficit de atención se encuentra relacionado con este componente. 
La memoria de trabajo, concepto primordial en el continuo de la atención y quizás el mas importante, se refiere a la capacidad de darse cuenta si uno “está haciendo lo que le dijeron que hiciera”.  A pesar de que suena como un trabalenguas, está función es la encargada de facilitar el proceso de auto-gerenciarse y tener habilidades para anticipar, planificar y mantenerse en tarea el tiempo que ésta exija para así poder concluirla en forma exitosa. 
Aquí les dejo este abrebocas con relación al Déficit de Atención, esperando sus comentarios y opiniones para seguir profundizando en una próxima entrega.

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